Mientras que la intertextualidad alude al modo en que un texto refiere a otro texto, enredando sus tramas, la hipertextualidad supone un salto dimensional en el que muchos textos se enlazan entre sí, pero ya no dependiendo de la vocación del autor sino de la voluntad del lector que genera un texto individual y personalizado.

Como una red enlazada hasta el infinito, porque sus ramas convergen en múltiples centros, la hipertextualidad es un texto que se abre hacia incontables dimensiones. Algunos textos literarios, han intuído este tipo de estructura textual o se han aproximado a la idea de manera experimental. El lector recordará los saltos sobre el relato que en Rayuela propone Cortazar, o el libro metafísico y monstruoso que Borges imaginó ocultar en la vieja Bibilioteca Nacional. Pero sin dudas, la red de redes, hace real y cotidiana aquellas visiones que hoy modifican concretamente el paradigma del lector de antaño.

En efecto, la estructura hipertextual se compone de incontables interrupciones de la linealidad que generan a su vez otras tantas linealidades alternativas. Estas secuencias, que dependen de la actividad del lector, van mucho más alla de un mero divertimento literario e imponen una nueva concepción en el modo en el que transmitimos y recibimos la información.